“Yo no soy un virus”

La socióloga y doctora en Antropología Social Luciana Denardi traza esta cronología de las representaciones, prejuicios racistas y respuestas que viene observando en las redes sociales por parte de migrantes y descendientes chinos en Buenos Aires sobre el Coronavirus. 

Por Luciana Denardi

Si bien el racismo y la xenofobia hacia los migrantes chinos no es un tema nuevo, desde hace un tiempo, pero fundamentalmente con el brote del Covid-19, los migrantes y descendientes en Buenos Aires están utilizando sus redes sociales no solo para dar cuenta de ello, sino sobre todo para alzar su voz sobre muchos hechos relacionados a ser chino en tiempos de coronavirus. 

Desde hace varios años investigo temas relacionados a la migración china en Argentina. Mi contacto con migrantes y descendientes de migrantes es cotidiano y desde que se empezaron a conocer noticias sobre el coronavirus en China y más aún, desde que se estableció la cuarentena, seguir sus redes sociales se volvió una tarea diaria obligatoria.

Los posteos de los migrantes y descendientes chinos que “sigo” en redes como Instagram, Youtube o Facebook fueron cambiando desde los últimos días de diciembre de 2019 hasta la actualidad. Se pueden distinguir al menos tres momentos. 

Identifico un primer momento como aquel cuando muchxs se convirtieron en corresponsales y traductores de información sobre la situación en China. Es decir, viajaron a su país natal para pasar sus vacaciones con sus familias y quedaron varados por la crisis y la cuarentena. 

Un segundo momento se abre con el surgimiento de mensajes xenófobos y actitudes discriminatorias en redes sociales y en la vida cotidiana. 

Finalmente, una última etapa en la que se ensayan respuestas a esas agresiones. 

A continuación, detallaré las características de cada una de estas etapas para dar cuenta cómo la autodenominada “comunidad china” está logrando hacer escuchar su voz a través de los migrantes y descendientes que cuentan con un excelente manejo del español y de las redes sociales. 

 Primera etapa: cronistas y traductores

Los primeros días del mes de enero de 2020, las publicaciones de mis contactos e interlocutores en las redes sociales estaban enfocadas en el Año Nuevo Chino. El año de la Rata dejaba atrás al Cerdo, muchxs de ellxs estaban en sus ciudades de origen esperando las grandes festividades en familia. Era interesante ver cómo en las grandes ciudades como Shanghai, un ritual “Occidental” como la Navidad cobra cada año más fuerza en cuanto a decoraciones de shoppings y promociones comerciales.

Imagen que contiene vidrio, gato, tabla, espejo

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Captura de pantalla de la publicación de Fei Chen (@mandarin.lab) disfrutando de las decoraciones de Navidad en Shanghai (27/12/19)

Días después, las publicaciones cambiaron radicalmente. Las primeras noticias del Covid-19 ganaron las redes. En algunos casos, los migrantes se convirtieron casi en cronistas de la situación en China. Compartieron videos y noticias periodísticas de rutinas y acciones que en ese momento en Argentina veíamos como lejanas, pero que desde marzo formaron parte también de nuestra cotidianeidad y de la del mundo. Tradujeron información de cifras; videos sobre los cánticos y aplausos desde los balcones; denuncias a comerciantes que se aprovechaban de la situación y remarcaban los precios de los productos imprescindibles en la batalla china contra el virus, como los barbijos; difundieron muestras de solidaridad anónimas como dejar cajas de barbijos en estaciones policiales; los infaltables “memes” para ponerle algo de humor a la situación; y videos sobre el “heroísmo” de los médicos que se trasladaban desde distintas regiones del país a Wuhan, epicentro de la epidemia.

Captura de pantalla de la publicación de Fei Chen (@mandarin.lab) (30/12/19). Karina Gao publicó durante muchos días seguidos y tradujo las cifras de esta página web china que seguía el minuto a minuto de los casos de infectados y muertos por Coronavirus (3/2/20) 

Segunda etapa: exposición y denuncia de casos de discriminación y xenofobia

Esta segunda etapa está marcada por el alzamiento de la voz de los migrantes y descendientes de chinos. Ya no se trataba de reproducir, traducir, compartir, sino de denunciar la manera en que medios argentinos difundían noticias de lo que entonces sucedía en China con zócalos y titulares que hacía referencia al “virus chino”.

Capturas de pantallas de Stories de Instagram de @mandarin.lab

 Con un mensaje que circuló en muchos muros de Facebook, los migrantes marcaban la tendencia de los medios a referirse al virus como “virus chino”, mientras que en otras situaciones similares no se hizo alusión al lugar de procedencia de virus como Ébola y H1N1. Aparecían por primera vez las palabras racismo y xenofobia en los comentarios y posteos.

Posteo de Facebook reproducido por varios migrantes y descendientes.

Captura de pantalla de Instagram de @mandarin.lab

La situación tomó otras dimensiones cuando empezó a difundirse la noticia de que la causa de la pandemia sería la costumbre china de consumir “sopa de murciélago”. El mercado de Wuhan en el centro de las miradas, las supuestas costumbres chinas de comer animales exóticos, la crueldad de los vendedores que ofrecen animales vivos fueron algunos de los hechos que se reprodujeron sin verificar fuentes, sin medir las consecuencias sociales de las noticias, sin contexto que diera sentido a las prácticas presentadas irracionalmente exóticas. 

En las redes sociales los migrantes y descendientes aclaraban que el video de la sopa de murciélago no sólo era anterior al brote del virus, sino que había sido filmado fuera de China. Los posteos admitían que el consumo de este tipo de animales existe, pero que de ningún modo es masivo. Según Feiyin Chen, existe la creencia “científicamente infundada” en los beneficios medicinales que podría generar la ingesta. La venta de murciélagos no escapa a las leyes de oferta y demanda: la escasez del producto genera un incremento en su valor monetario que a su vez aumenta la demanda y se vuelve un signo de ostentación. 

Muchas fueron las notas periodísticas que surgieron para desmentir lo que se había generado con la “sopa de murciélago”. Sin embargo los migrantes en sus posteos denunciaban que los medios hegemónicos como Clarín y su portal de noticias TN (hablamos del grupo mediático más poderoso e influyente del país) volvían a reproducir la misma foto, la misma noticia. Además, agregaban que si bien estos mercados existen, el gobierno chino está trabajando desde antes del brote viral en acondicionarlos y/o cerrarlos. 

En varios países de China, de la región y del mundo se privilegia el consumo de animales recién faenados. Ahora bien, si hablamos de crueldad al consumir animales, ¿cuál es la diferencia entre un murciélago y un pollo o una vaca? ¿por qué algunos animales pueden ser consumidos y otros no? La respuesta a todas esas preguntas es una categoría que los cientistas sociales conocemos bien: el etnocentrismo. Se trata de poner la cultura propia en un lugar superior al de las culturas que nos resultan ajenas y desconocidas. También lo saben los jóvenes chinos que residen en Argentina y lo expresan sin dificultad: si nos comprometemos a dejar de lado los prejuicios, y a realizar las mismas preguntas que hacemos sobre China a nuestra propia sociedad, veremos que no somos tan diferentes como creemos. ¿cuál es la diferencia entre el mercado de Wuhan [1] y las plantas procesadoras de alimentos como las salchichas, las patitas de pollo, las hamburguesas industriales?

En esta segunda etapa, muchxs de los migrantes y descendientes no sólo se dedicaron a desmentir las noticias y repudiar la manera de comunicar de los medios, sino que además comenzaron a recibir comentarios y vivir situaciones xenófobas. 

Imagen que contiene computadora, competencia de atletismo, reloj

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Capturas de pantalla de @mandarin.lab y @argenchinxs

La sobreinformación [2] sobre Covid-19 en diarios locales generó olas de comentarios racistas de los lectores. Una vez declarada la cuarentena en Argentina, la circulación de “memes” discriminatorios proliferó.


Posteo en Facebook de Gustavo Ng criticando una noticia de La Nación [3] titulada “Coronavirus: afirman que volvió la venta de carne de murciélagos en China” y los comentarios racistas que recibió.

Tercera etapa: síntesis, autosocioanálisis y tendencia hacia la armonía

Ante estas acusaciones, es interesante destacar algunas actitudes de los migrantes y descendientes desde sus redes sociales. En primer lugar, muchos de ellos comenzaron a visibilizar la situación. Esto implicó tanto repudiar dichos de personalidades públicas, escrachar (a veces borrando los nombres) a sus haters, postear imágenes de comentarios xenófobos en diarios.

Captura de pantalla de un celular

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En segundo lugar, en cuentas y páginas administradas por migrantes y descendientes se abrieron canales para la expresión de sentimientos y emociones, repudio a las publicaciones xenófobas y concientización de los efectos en las subjetividades migrantes. Es clara la relación directa, para estos administradores, de la proliferación de noticias y prejuicios con las situaciones que sufren cotidianamente. Lo mismo indica Focás cuando afirma en la nota citada anteriormente que “La exposición constante a noticias de riesgos y miedos profundiza sensaciones de victimización, de malestar y de vulnerabilidad personal.”

En tercer lugar, es interesante destacar la respuesta que se ensaya desde estas cuentas: la búsqueda de la armonía y el freno a la agresión. Por otro lado, no dejan de compartir información que ayuda a desmentir y contrarrestar esos prejuicios con acciones concretas: donaciones, preocupación del estado chino por colaborar con otros estados, la carrera hacia la creación de la vacuna, entre otros.

En cuarto lugar, y a mi entender lo más relevante, es que no sólo los migrantes y sus descendientes tienen voz y algunos canales para expresarla, sino que, fundamentalmente, pueden comprender acabadamente la situación en la que están, identificar variables y dar cuenta de la complejidad social y cultural de la problemática.

La combinación de todos estos puntos, inéditos entre los migrantes y sus descendientes en Argentina, genera experiencias muy valiosas como las de Feiyin Chen y Victoria Zhong [4], quienes han realizado informes para Youtube completos, exhaustivos sobre diversas temáticas: exposición de casos de personas de ascendencia china (o rasgos físicos que pueden asociarse a China) que sufren discriminación, cronología del brote viral, evaluaciones de las medidas tomadas por el gobierno Chino, la vida en cuarentena en China, desmentidas de fake news.

Para finalizar, si bien tanto el virus como sus efectos sociales y culturales generan temor entre los migrantes, este temor los lleva a utilizar los recursos que tienen para alzar la voz frente a la discriminación, la xenofobia y el uso inescrupuloso de la información en algunos medios masivos. Algo novedoso y necesario que esperamos, cuando salgamos de este estado de emergencia, no termine. 

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